Walt Kowalski acaba de perder a su mujer, y en su vejez lo único que desea es encerrarse en sí mismo. Pero sus vecinos asiáticos le harán ver la vida de otra manera.
Clint Eastwood nos trae de nuevo una historia impactante sobre las personas y sus actos, temas recurrentes en su filmografía. Aquí se pone en la piel de un patriota veterano de guerra, y triste y cansado de vivir. Con su interpretación, Eastwood llena toda la pantalla, haciendo imposible apartar la mirada.
También hay un gran trabajo de Tom Stern como responsable de la fotografía, con una muy cuidada iluminación de los planos.
Una misteriosa y poderosa organización está tramando un malvado plan. Para ello se quiere valer del recurso más preciado de la humanidad. Pero James Bond, todavía con ansias de venganza, estará ahí para impedirlo.
Segunda intervención de Daniel Craig como 007, menos 007 que nunca. La película es una sucesión de escenas de acción con un hilo narrativo ridículo. Marc Foster rueda aquí su primera película de acción, intentando emular fórmula de Paul Greengrass que tan buenos resultados le dio con el agente Bourne.
A pesar de todo, es seguramente la película con menos carisma de toda la saga, repitiendo clichés y autohomenajeándose (ese baño de petroleo...).
Su corta duración (¡106 minutos!) juega en su contra, llegando al final con la sensación de que todo ha pasado muy rápido y a trompicones.
Años 60, Jude es un muchacho de Liverpool que decide cambiar su fría Inglaterra por la siempre acogedora América. Pero los ánimos estuvieron muy revolucionados en esa década...
Julie Taymor nos trae esta historia de amor musicalizada con temas de The Beatles. En realidad, es una historia a servicio de las canciones (34, exactamente), cuyos detalles se modifican para que encajen con las letras.
Taymor nos presenta un guión con multitud de referencias y guiños al grupo inglés. Jim Sturgess y Evan Rachel Wood son la pareja protagonista, que logran defenderse a la hora de hacer gorgoritos.
Para los temas musicales, la directora optó por una revisión de éstos, regrabando nuevas versiones de los viejos temas, en estilos poco acordes a los originales, pero que están perfectamente orquestados e integrados.
Robert Landong tiene que volver a salvar el mundo, esta vez de Los Illuminatis, una sociedad secreta que quiere atentar contra la Iglesia.
Decía Akira Kurosawa que "con un buen guión, se puede hacer una buena o mala película, pero que con un mal guión, solo saldrá una mala película". Y lo que aquí nos encontramos no es sólo un mal guión, sino una de las peores obras literarias del S. XX
Ron Howard, que da una de cal y otra de arena, nos trae la tergiversada continuación de la maldita "El Código Da Vinci", con un apeluquinadoTom Hanks de nuevo interpretando al listísimo y guapísimo y perfectísimo Robert Landong.
A diferencia de la primera, aquí al menos la historia es ligeramente más entretenida, aunque las incongruencias, mentiras y manipulaciones de Dan Brown siguen presentes (los Illuminatis se fundaron a finales del s. XVIII, así que toda la base de la historia es una estúpida farsa), así como todos los elementos que se repiten en cada uno de sus libros.
Sin embargo, ni siquiera los guionistas son capaces de fumarse tal bodrio y es de agradecer que cambien los detalles más ilógicos dentro de todas las boberías de Brown.
Técnicamente, la película es irreprochable, con un gran trabajo infográfico, pues todas las imágenes del Vaticano son generadas por ordenador, tras la prohibición de filmar por parte de la Santa Sede.
Para la banda sonora, Hans Zimmer puso el piloto automático y repitió movimientos y referencias de la primera parte, exprimiendo y convirtiendo en tema principal el mejor tema de "El Código Da Vinci"
El BOPE llega donde la policía de a pie no lo hace: las favelas de Río de Janeiro y su mundo de corrupción y muerte. Un capitán está a punto de retirarse y deberá instruir a dos novatillos.
Intentado repetir el éxito de Ciudad de Dios, el brasileño José Padilha nos trae esta dura historia de corrupción y miseria social ambientada en las favelas brasileñas. Narrada en off por su protagonista, Padilha dirige de forma realista y trepidante. Las escenas de acción están muy bien rodadas sumergiendo al espectador en medio del escenario.
Sin embargo, el guión y sus justificaciones se aproximan peligrosamente a una ideología cercana al fascismo. ¿El fin justifica los medios? Según Padilha, sí. Hay que combatir el crimen y la droga con muerte. Pero lo que en "Ciudad de Dios" (imposible no comparar, se parecen demasiado) sí que era defendible (crimen Vs crimen), aquí no es apropiado para un cuerpo militar democrático.
Un asesino a sueldo es contratado por un gángster de Bangkok para eliminar a sus enemigos. Para ello se valdrá de un ayudante local, pero nada saldrá como él había planeado.
Despropósito hecho película que nos muestra a un Nicolas Cage en horas bajas (¡pero menudo pelazo!), con un guión aburrido y que consigue que uno desee terminar cuanto antes. Los hermanos Pang (como el videojuego), creadores y responsables de esta pantomima, ya dirigieron una película homónima en 1999, aunque sin Hollywood de por medio.
Las escenas se limitan a un cúmulo de planos cortos y ajetreados, con tiros y explosiones en abundancia.
Año 2012, un devastador virus ha aniquilado a la raza humana. Solamente el científico Robert Neville ha logrado sobrevivir en Nueva York... ¿solamente?
Entretenida historia post-apocalíptica que presenta a Will Smith como héroe de la aventura. Adaptación de la novela de Richard Matheson, que ya tuvo sus versiones cinematográficas en El Último Hombre sobre la Tierra (1964), con Vincent Price, y El Último Hombre Vivo (1971), con Charlton Heston. El guión deambula entre la acción, el terror y el drama a lo largo de todo el metraje. Largas escenas sin diálogos se suceden para conseguir la sensación de soledad y desasosiego en la que vive el protagonista, únicamente acompañado de su fiel perro.
Técnicamente, la película logra un nivel correcto, con un buen trabajo de sonido y fotografía. Los efectos digitales y el maquillaje juegan una importante labor en la trama.
Para la música, se confió en James Newton Howard, uno de los compositores más en forma de la década. Aquí, sin embargo, el director prescinde prácticamente de todo su trabajo, dando lugar a un resultado muy inferior al original, que sí puede disfrutarse en su escucha aislada.
