Una jovencita de Baltimore, fuera de los cánones de belleza de la época, quiere triunfar en una sociedad racista y clasista haciendo lo que mejor sabe hacer: bailar.
Adaptación cinematográfica del musical que se inspiró en la película del mismo nombre. Demasiado lío para decir que la película de 1988 no la conocía practicamente nadie hasta que este musical triunfó en Broadway.
Con toques que recuerdan a Grease (y no solo por Travolta), un reparto con nombres como el mismo John Travolta, Christopher Walken o Michelle Pfeiffer bailan y cantan en diversos números musicales. Sin embargo, es Nikki Blonsky quien destaca sobremanera, que suple sus carencias artísticas con desparpajo y naturalidad.
El director rueda sin efectos pero con eficacia, sin abusar del montaje. La dirección artística hace un buen trabajo al trasladarnos a los años sesenta por las calles de Baltimore.
Sin embargo, todo el éxito de este musical viene dado por sus creadores originales, Marc Shaiman (música y letras) y Scott Wittman (letras). Las melodías son pegadizas y las letras ingeniosas, con todo ese aroma del rock & roll, blues, twist y música afroamericana tan de moda a mediados de siglo XX. Aquí está la canción con la que se cierra la película:
Ficha IMDB
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Lo Mejor. Nikki Blonsky, todo naturalidad
Lo Peor. Las secuencias de la policía y que los subtítulos se hacían difíciles de leer.
¿Recomendable? Los amantes del musical disfrutarán muchísimo. Y si no lo eres pero te gustó Grease, ésta no te defraudará.
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